domingo, 25 de marzo de 2018

La cocina: ese deporte de riesgo


A mi nieto Sauveur le encanta tener gente a comer o a cenar y es un anfitrión de lujo. Lee muchísimo sobre cocina y a veces, me pide alguna de mis recetas; yo encantada de dárselas, lo que pasa es que me pone nerviosa porque es bastante pejigueroEl otro día me escribió preguntando por la receta de mi coca de yogur que no deja de ser un bizcocho muy facilito que sirve de base para cualquier tarta casera. Escríbemela, me dijo —él sabe que yo cocino de memoria—, le haces una foto con tu móvil y me la mandas. Mira, hijo, le dije, si tengo que hacer todo eso prefiero coger el tren, ir hasta tu casa y hacerte el bizcocho yo misma. Llámame esta noche y te la canto de viva voz.

Eran las nueve o así y estaba en el sofá viendo Big Little Lies con Raspa en el regazo; la serie empieza con un cadáver que no se sabe de quién es y estamos los dos la mar de enganchados. Entonces sonó el teléfono. Puse el reproductor en pause. Venga, me dije, serán dos minutitos.
—Un yogur natural. —Al tratarse de una coca de yogur me pareció que lo más adecuado era empezar por el yogur.
—¿Azucarado o sin azucarar? —Ya empezábamos.
—Sin azucarar.
—¿Alguna marca de yogur en concreto? —dijo. En vista de mi silencio añadió—, es que unos son más ácidos que otros, la textura también cambia...
—Yogur marca blanca, sin azucarar y sin zarandajas —me pareció que titubeaba—. El más barato, Sauveur —añadí para zanjar la cuestión—. El resto de ingredientes —reanudé—: tres huevos.
—¿De qué tamaño?
—Tamaño huevo —Raspa dio un respingo. Se conoce que le estaba apretando el lomo.
—¿Pequeño, mediano, grande…?
—Huevo normal, hijo. Mediano —claudiqué al fin.
—Tres huevos medianos —murmuró él al ritmo en que iba anotando.
—Entonces, Sauveur, te digo el resto de ingredientes que se miden con el recipiente del yogur: la harina —y antes de que preguntara— Ni de repostería ni de fuerza ni nada, harina blanca de trigo de toda la vida. —Ahí lo pillé desprevenido y no se atrevió a replicar—. El azúcar: blanco, refinado, sin refinar, moreno o glass. Lo que prefieras
—Sin refinar. Aquí en casa, sin refinar.
—Aceite —proseguí implacable—, de girasol.
—Pero…
—De girasol, hijo, que el de oliva le da un gusto muy fuerte.
—Ya te pasaré un artículo que leí sobre el aceite de girasol.
Estuvimos cerca de diez minutos para acabar con el bendito listado de ingredientes y luego llegaron las disquisiciones sobre el orden en que había que mezclarlos, la discusión sobre tipo de recipiente y el engrasado del mismo, la temperatura del horno y el tiempo de cocción. Tras colgar me quedé unos segundos en silencio, mirando la pantalla del televisor con el rostro de muñeca de Nicole Kidman congelado en medio de una discusión con el mocetón que hace de su marido en la serie. Recuérdame que otro día le envíe la foto de la receta, le dije a Raspa. Él se volvió y me miró: Tú es que no aprendes


A cuidarse.

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